SUCEDIÓ EN ALBACETE
ALBACETE EN EL SIGLO XIX
A comienzos del siglo XIX seguía siendo un pequeño pueblo de La
Mancha con apenas unos quince mil habitantes. Además, seguía siendo una
localidad poco salubre debido a la gran cantidad de aguas estancadas. Este
hecho impulsó a las autoridades para desaguar las mismas a través de la
construcción de un nuevo canal: el futuro canal de María Cristina.
La Guerra de Independencia española (1808-1812) tuvo una
importante incidencia en la localidad. Entre otros hechos, el ejército
napoleónico la saqueó en numerosas ocasiones.
La villa de Albacete pertenecía al reino de Murcia, aunque el 1822
pasó a integrarse en la efímera provincia de La Mancha Alta, con capital en
Chinchilla. En 1833 fue
designada capital de una nueva provincia de la que Albacete sería su capital.
Esta provincia se configuró a partir de territorios procedentes de
las provincias de Cuenca, La Mancha y Murcia. Para
prestar servicios a la nueva provincia, Albacete debería dotarse de nuevas
instituciones: la diputación provincial, la audiencia territorial o un
instituto de educación secundaria. Pocos años después, en 1855, el ferrocarril
llegaría a Albacete, contribuyendo enormemente al desarrollo de la localidad,
que en 1862 obtendría el rango de ciudad.
En 1888 se inauguró el alumbrado eléctrico, y se empezó a asistir
a la incipiente instalación de las primeras fábricas y talleres. Estas
instalaciones, junto con las consecuencias de la desamortización de
Mendizábal, trajeron consigo una gran variación en la forma de la ciudad, al
aprovechar diversos conventos para configurar plazas como la del Altozano, y
modificar el urbanismo de la ciudad.
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